Un hacha clavada en la espalda

Prodavinci  /  Pulitzer Center

Cuando Gabino González entró a terapia intensiva, su compañero de sala estaba por morir. Nadie lo sospechaba. El covid-19 de Gabino estaba en peores condiciones. Las placas mostraban sus pulmones moteados de blanco, le costaba tomar aire y la fiebre no cedía. A su compañero le dio un derrame pulmonar sorpresivo justo el día que lo iban a extubar porque estaba “evolucionando”. Gabino permanecía intubado con un pronóstico complicado.