Escrito por Pampa Molina, periodista especializada en ciencia y analista de la edición 2022 del Observatorio PerCientEx.
El artículo seleccionado como excelente en la categoría de Ciencia es ‘El año de la ciencia’, un reportaje publicado el 27 de diciembre de 2020. En este reportaje, Patricia Fernández de Lis no presenta ninguna novedad ni ningún resultado de investigación recientemente publicado. Tampoco se adentra en un laboratorio para contarnos cómo trabaja un equipo de investigación, ni visita instalaciones científicas, ni denuncia ningún escándalo. Es un artículo especialmente original porque en él su autora reflexiona profundamente sobre las expectativas que la ciudadanía ha depositado sobre la ciencia durante la mayor crisis que hayamos vivido los que estamos vivos: la pandemia por covid-19.
Recordemos —aunque ya nos queda lejos y estamos hablando de otras preocupaciones como la guerra de Ucrania y la viruela del mono— que el 27 de diciembre de 2020 arrancó la campaña de vacunación covid en España. Fue justo ese mismo día cuando todos los medios publicamos la fotografía de Araceli Rosario, la nonagenaria de una residencia de mayores de Guadalajara que, junto a la sanitaria Mónica Tapias, fueron las primeras personas en recibir su dosis de inmunización contra el SARS-CoV-2. En aquel momento era pertinente parar, tomar aire y reflexionar, como lo hizo Patricia, sobre lo que esperamos de la ciencia. “En nuestras vidas, predecibles e hipertecnologizadas, ha irrumpido un virus que nos ha pillado desprevenidos y nos ha dejado sobrecogidos, desconcertados y asustados”, recuerda la autora. Cabía preguntarse por cómo evolucionaría la percepción social de la ciencia, esta herramienta generadora de conocimiento útil que, a través de vacunas desarrolladas en tiempo récord, nos está permitiendo afrontar tiempos de incertidumbre, pánico y vulnerabilidad.
Comienza el reportaje narrando las peripecias profesionales de Katalin Karikó, sus frustraciones y sus ganas de renunciar a la carrera científica, años antes de ser la líder del equipo que desarrolló la vacuna de Pfizer contra la covid. Fernández de Lis desgrana los problemas que afrontan los investigadores e investigadoras en sistemas de I+D que tienen medios mucho más limitados de los que deberían y que, sin embargo, en el momento de resolver la avalancha de nuevos problemas que la pandemia nos ha generado, han reaccionado ágil y generosamente, preparados para utilizar todos sus recursos por el bien general. También recalca que virólogos y epidemiólogos llevaban mucho tiempo alertando de que habría una pandemia causada por un nuevo virus, pero nadie les hizo caso: “Muchos ciudadanos se han preguntado cómo es posible que nadie nos avisara de que esto podía suceder. Pero científicos como Karikó sí nos avisaron. La cuestión es que nadie estaba escuchando”.
Decía Fernández de Lis que “hemos visto lo mejor y lo peor de la ciencia este 2020”, y es cierto. Porque no todo han sido vacunas salvadoras ni cooperación internacional en busca de tratamientos. A la ciudadanía le han llegado estos esfuerzos, sí, pero también ha asistido por primera vez al proceso científico sin que esa misma ciudadanía conociera previamente en qué consiste el proceso científico. Hemos visto una ciencia que se cocinaba en directo ante nuestros ojos y nos mostraba sus incertidumbres. “Hasta ahora, lo que le llegaba a la sociedad, a través de los medios de comunicación, es el producto final de la ciencia, pero en estos meses lo que se ha visto es cómo funciona la ciencia, las tripas. Y lo que ha quedado, a veces, es mucha inquietud”, le responde el catedrático de Microbiología Ignacio López Goñi a la periodista de ‘Materia’. Esto, unido a que el ritmo de la producción científica no es tan inmediato como podemos desear cuando nos encontramos con una urgencia, ha generado también cierto desencanto. Capítulo aparte en el reportaje merecen los casos de mala praxis dentro de la propia ciencia; y de mala comunicación científica, por ejemplo, a través de la difusión de resultados muy dudosas y no revisados por pares. Pero no solo ha habido mala comunicación de preprints, de ella no se han librado los estudios publicados en revistas tradicionales con la revisión de los referees, como en el caso del artículo en The Lancet sobre la hidroxicloroquina —el fármaco que Trump anunció como la panacea sin ninguna base de evidencia— que finalmente fue retractado.
La polarización política es uno de los factores que más han atravesado la comunicación de la ciencia durante la pandemia y Fernández de Lis se explaya en describir hasta qué punto ha generado confusión, crispación, ruido y desinformación. “Yo creí que había visto todo tipo de epidemias, y las he visto horribles. Pero esta tiene componentes irracionales, de politización alta, de comunicación cacofónica, de infodemia, incluso de reacciones apocalípticas. Hay que volver a la serenidad y al liderazgo, que no quiere decir adoctrinar. Mucha gente ahora quizá se siente vulnerable y no se siente liderada”, declara María Neira, de la OMS, en el reportaje.
Finalmente, la veterana periodista busca soluciones centradas en el refuerzo a la I+D, la Sanidad, la vigilancia epidemiológica y la comunicación de la propia ciencia a la ciudadanía; y mira hacia el futuro, un futuro que ya es pasado. “El año 2021 será fundamental en la historia de la ciencia y la confianza pública en ella: si la mayor parte de la población quiere inmunizarse, si las vacunas contra la covid funcionan bien y si las conspiraciones no triunfan, la confianza en la investigación se habrá reforzado y, muy probablemente, la sociedad no permitirá que la atención desaparezca”. Hoy sabemos que España ha sido líder en vacunación covid. Lo que no sabemos es hasta qué punto la sociedad deseará seguir defendiendo la ciencia cuando perdamos el miedo. Yo estoy segura de que el liderazgo de la comunicación de la ciencia por parte de periodistas como Patricia Fernández de Lis sí será clave para mantener esa atención más allá de la pandemia.